Jim Abbott, figura ¨²nica en el terreno de b¨¦isbol
Como parte del repaso que le estamos dando a distintos juegos cl¨¢sicos mientras esperamos que el b¨¦isbol regrese, MLB Network transmiti¨® el juego sin hit ni carrera de Jim Abbott el martes, y MLB.com lo hizo lo propio el jueves. El no-hitter fue el 4 de septiembre de 1993, contra los Indios y con Abbott lanzando por los Yankees en el viejo Yankee Stadium. Han sido s¨®lo 10 los lanzadores de los Yankees que han tirado un no-no. Lo que hace a Abbott, un zurdo, tan especial es que logr¨® la haza?a a pesar de haber nacido sin la mano derecha. Es por eso que sigue siendo una de las figuras m¨¢s notables en la historia del b¨¦isbol. Hemos estado recordando muchas cosas mucho ¨²ltimamente. Y la carrera de Jim Abbott merece ser recordada.
Pete Gray jug¨® una temporada en las Grandes Ligas con los Carmelitas de San Luis, a pesar de que naci¨® sin el brazo derecho. Monty Stratton, quien hab¨ªa tenido un promisorio inicio de carrera en las Mayores con los Medias Blancas en los a?os 30, regres¨® en los 40 despu¨¦s de perder una pierna en un accidente de casa y lanz¨® por casi otra d¨¦cada.
Abbott, nacido en Flint, Michigan, lanz¨® por 10 temporadas en las Mayores, tir¨® aquel juego sin hit ni carrera y termin¨® tercero en la votaci¨®n al Premio Cy Young de la Liga Americana con los Angelinos en 1991 antes de llegar a Nueva York. Lanz¨® en la final de los Juegos Ol¨ªmpicos de Se¨²l en 1988, cuando el b¨¦isbol era un deporte de exhibici¨®n, y ayud¨® a los Estados Unidos a ganar la medalla de oro. Abbott fue el primer jugador en ganar el Premio Sullivan como mejor atleta amateur en los Estados Unidos. Y si la campa?a de 1994 no hubiese sido suspendida en agosto por una disputa laboral, quiz¨¢s hubiese lanzado con los Yankees en la Serie Mundial de ese a?o.
Y hay m¨¢s. Abbott bate¨® .427 un a?o en el equipo de la preparatoria Flint Central, con siete jonrones. Su brazo derecho terminaba en la mu?eca. Lo colocaba al final de su bate y con su gran mano izquierda apretaba el madero. Abbott tambi¨¦n era el mariscal de campo del equipo de f¨²tbol americano de su escuela.
Escrib¨ª por primera vez sobre ¨¦l cuando ten¨ªa 18 a?os, a punto de irse a estudiar en la Universidad de Michigan. Fui hasta Michigan para conocerlo a ¨¦l y a sus padres, pues hab¨ªa sabido de este muchacho de 6 pies y 4 pulgadas que, en todos los sentidos, estaba tratando de comerse al mundo con una mano.?Una de las cosas que le pregunt¨¦ fue qu¨¦ no pod¨ªa hacer. Hizo una mueca.
¡°No puedo meter el condenado bot¨®n de la manga izquierda¡±, contest¨® Abbott.
Los Azulejos seleccionaron a Abbott en la 36ta ronda del draft de MLB de 1985, pero el joven no firm¨® y en vez de eso pas¨® los siguientes tres a?os en la Universidad de Michigan, ganado dos campeonatos de la conferencia ¡°Big Ten¡±. Abbott fue la octava selecci¨®n general del draft de 1988, elegido por los Angelinos. Fue cambiado a los Yankees en 1992, firm¨® como agente libre con los Medias Blancas en 1995 y luego fue canjeado de vuelta a los Angelinos en julio de ese a?o. En 1996 volvi¨® a firmar con los Angelinos, pero fue dejado libre por el equipo un d¨ªa antes del D¨ªa Inaugural de 1997. En 1998, dej¨® r¨¦cord de 5-0 con los Medias Blancas y termin¨® su carrera participando en 20 juegos (15 aperturas) con los Cerveceros en 1999.
Abbott colg¨® los ganchos con un r¨¦cord de por vida de 87-108, que un incluy¨® una desastrosa temporada con foja de 2-18 con unos p¨¦simos Angelinos en 1996.
Y a lo largo de todo ese camino, Abbott siempre fue algo especial en el terreno de juego. El toc¨®n del brazo derecho lo pon¨ªa en la malla del guante. Lanzaba la bola y entonces se cambiaba el guante a la mano izquierda para estar listo a la defensa. Si era un rodado, apretaba el guante entre la axila y el brazo derecho, agarraba la bola y sacaba el out.?Lo hac¨ªa tan r¨¢pido, tan natural, que parec¨ªa magia. O un juego de manos.
De una mano.
¡°Un juego, cuando estaba lanzando en 9no grado¡±, me dijo el d¨ªa que fui a visitarlo, una semana antes de que se fuera a la universidad, ¡°el otro equipo toc¨® la bola nueve veces seguidas. Todos hac¨ªa m¨ª. Saqu¨¦ a los ¨²ltimos siete. Ah¨ª se acab¨® eso¡±.
Esto tambi¨¦n me lo dijo Abbott aquel d¨ªa:
¡°Escucho muchas cosas sobre lo inspirador que soy. Pero no me veo como alguien inspirador. Si eres rico o pobre o tienes una mano o lo que sea, tu propia ni?ez te parece natural, porque es la ¨²nica que conoces¡±.
Esto es lo que Don Mattingly, quien cubri¨® la primera base para los Yankees el d¨ªa de aquel no-hitter, le dir¨ªa despu¨¦s a Tom Verducci de Sports Illustrated:
¡°Ten¨ªa la piel de gallina en los brazos, y los pelos en la parte trasera del cuello era como que se estaban levantando. Quiz¨¢s eso me pod¨ªa haber pasado con alguien m¨¢s. Quiz¨¢s hubiese sentido lo mismo. Pero pienso que porque era Jim el que estaba all¨ª, hab¨ªa algo extra¡±.
Abbott dir¨ªa una semana despu¨¦s que estaba impresionado con la reacci¨®n de la gente, porque todav¨ªa estaban ¡°como locos¡±. Pero ¨¦l nunca pens¨® que estaba haciendo algo loco lanzando como lo hac¨ªa. En el deporte, usamos todo el tiempo la palabra h¨¦roe. Abbott realmente fue uno. Vayan y revisen otra vez la carrera de Jim Abbott, el serpentinero que ten¨ªa una sola mano. Y vean si pueden creer lo que sus ojos est¨¢n viendo.