Alguacil reflexiona sobre sus conversaciones con Mays, ¡°una leyenda¡±
Jos¨¦ Alguacil pas¨® m¨¢s de una d¨¦cada en la organizaci¨®n de los Gigantes y como un joven coach venezolano, segu¨ªa escuchando un nombre, un Gigante entre los dem¨¢s, posiblemente el mejor jugador de b¨¦isbol que haya existido.
Al principio, Alguacil no quer¨ªa molestar a Mays cuando la leyenda pasaba a saludar al clubhouse o en las instalaciones del estadio.
¡°Era Willie Mays¡±, dijo Alguacil, ahora coach del infield de los Reales, esta semana en el Coliseo de Oakland. ¡°?C¨®mo se supone que debo acercarme a ¨¦l?¡±
Sin embargo, poco a poco, Alguacil comenz¨® a saludar a Mays y a bromear con ¨¦l, adem¨¢s de pedirle historias y consejos. Los dos construyeron una relaci¨®n mientras Alguacil se mov¨ªa entre diferentes roles en la organizaci¨®n de San Francisco.
¡°Es una leyenda¡±, sigui¨® Alguacil. ¡°Sab¨ªa tanto sobre el juego. Y trat¨¦ simplemente de exprimir su conocimiento y pedirle historias, saber c¨®mo fueron las cosas para ¨¦l. Realmente me siento bendecido de poder decir que lo conoc¨ª¡±.
Alguacil y los Reales estaban en el ?rea de la Bah¨ªa la semana pasada cuando el mundo del b¨¦isbol se enter¨® del fallecimiento de Mays a la edad de 93 a?os, justo dos d¨ªas antes del partido de MLB en el Rickwood Field de Birmingham, Alabama. Los Gigantes anunciaron la muerte de Mays momentos antes del primer lanzamiento de la serie entre los Reales y los Atl¨¦ticos el 18 de junio. Los Atl¨¦ticos mostraron el anuncio en la pizarra y guardaron un momento de silencio. As¨ª es como muchos Reales, incluido Alguacil, se enteraron de lo sucedido.
Al d¨ªa siguiente, Alguacil camin¨® desde el hotel del equipo en San Francisco hasta el Oracle Park, donde se encuentra la estatua de Mays fuera del estadio.
¡°Todo el mundo del b¨¦isbol se entristeci¨® cuando lleg¨® la noticia¡±, coment¨® Alguacil. ¡°Pero ¨¦l vivi¨® mucho tiempo. Los fan¨¢ticos de los Gigantes tuvieron suerte de tener a Willie cerca, porque estuvo yendo al estadio durante mucho tiempo. El b¨¦isbol tuvo suerte de tener a Willie cerca. Siempre ten¨ªa una sonrisa en el rostro. Siempre estaba dispuesto a compartir una historia, cualquier cosa. ?l era el m¨¢s grande¡±.
Como muchos otros, una de las primeras cosas que vienen a la mente de Alguacil cuando piensa en Mays son sus manos. Eran ¡°enormes¡±, asegur¨® el t¨¦cnico venezolano, y Mays se aseguraba de que le dieras un apret¨®n de manos firme.
¡°Si no lo hac¨ªas, ¨¦l te dec¨ªa: ¡®?Eso es todo? ?C¨®mo crees que vas a batear si no tienes un buen agarre?¡¯¡±, revel¨® Alguacil. ¡°Una vez, le pregunt¨¦ qui¨¦n fue el mejor lanzador que enfrent¨®, y me mir¨® como diciendo: ¡®?De qu¨¦ est¨¢s hablando? Soy Willie¡¯¡±.
Uno de los mejores recuerdos de Alguacil con Mays fue en los entrenamientos de primavera, cuando varios miembros del Sal¨®n de la Fama de los Gigantes vinieron a hablar tanto en los campos de ligas menores como en los de Grandes Ligas.
¡°Las conversaciones que estos tipos ten¨ªan eran asombrosas", dijo Alguacil. ¡°Escuchar las preguntas que los jugadores les hac¨ªan fue algo realmente divertido de ver. Viniendo de Venezuela, nunca pens¨¦ que estar¨ªa cerca de miembros del Sal¨®n de la Fama as¨ª. Hablando de b¨¦isbol, mencionaban mi nombre, sab¨ªan lo que yo hac¨ªa. Me hicieron sentir parte de la organizaci¨®n. Fue incre¨ªble de verdad¡±.
¡°A Willie le encantaba hablar con la gente y compartir historias. Le encantaba escuchar c¨®mo estabas, qu¨¦ necesitabas de ¨¦l¡±.
Alguacil siempre se aseguraba de presentarle a cualquiera de sus jugadores a Mays cuando se daba la oportunidad, y luego simplemente los dejaba hablar entre ellos. Escuchar fragmentos de las conversaciones de Mays con los jardineros dejaba a Alguacil asombrado.
¡°Les contaba c¨®mo ¨¦l se preparaba, c¨®mo le¨ªa los swings, c¨®mo tomaba su ruta, c¨®mo mejoraba incluso en las ¨²ltimas etapas de su carrera¡±, record¨® Alguacil. ¡°Los jardineros escuchaban cada una de sus palabras.
¡°As¨ª era Willie¡±.